LAS TORTURAS EN LA CÁRCEL DE BATA
Fuentes dignas de todo crédito han proporcionado a LA VERDAD importantes informaciones sobre la situación de los detenidos en la capital de la Región Continental.
A la hora de escribir esta crónica, se sabe que se hacinan los detenidos en la cárcel pública y en la comisaría central de policía de Bata. Hay dos tipos de detenidos, por un lado los familiares de Cipriano Nguema Mbá, antiguo alto jefe militar del régimen y habilitado del ejército que huyó del país hace un año, y por otro lado un gran número de militares cuya relación con el anterior se cifra en realidades no evidentes, y con cuyas detenciones se intenta prevenir un supuesto intento de golpe de estado. Según estas fuentes el número de militares detenidos podría superar el centenar, y de entre ellos, más de treinta con categorías que oscilan entre las graduaciones de alférez a coronel.
En la cárcel de Bata los presos ocupan celdas de reducidísimas dimensiones. Son celdas concebidas para dos personas y en la actualidad las ocupan cinco, y en algún caso, hasta siete. En los calabozos no hay agua ni luz eléctrica y los presos tienen dificultades para recibir la comida preparada por sus familiares.
A partir de las siete de la tarde son llevados, habitualmente, al palacio Rojo, que es en la actualidad sede provisional de la comisaría central de Bata, para ser sometidos a bárbaros interrogatorios.
En este momento, según las mismas fuentes, se practican cuatro métodos de tortura.
a) Se atan los brazo del detenido a la espalda por encima del codo. Se le coloca en los pies una especie de cepo hecho con dos palos fuertes. Se tensan ambas ataduras de modo que la circulación de la sangre se hace difícil en las manos, en los antebrazos y en los pies. Se coloca entre ambas ataduras y la espalda otro palo de mayor altura que el detenido ( como si fuera un antílope) y se le coloca colgado entre dos mesas altas. En esta situación es interrogado y golpeado.
b) Se utiliza una mesa baja. Se coloca al detenido con la espalda sobre esta mesa de modo que quedan fuera de ella la cabeza por un lado y el resto del cuerpo, desde la cintura, por el otro. Se atan por debajo de la mesa los brazos y las piernas y el torturador tensa las ataduras a voluntad. Las lesiones fundamentales son desgarros en los músculos del pecho y en los de las piernas.
c) Se obliga al detenido a sentarse en un silla baja con los brazos atados a la espalda y el cuerpo hacia delante. Se le pone una cuerda al cuello y de ella se cuelga un peso de unos 40 ó 50 Kgs, habitualmente una pieza del motor de un vehículo grande. Se producen lesiones en los músculos de la espalda y en la columna vertebral, y
d) Se obliga al detenido a colocarse, descalzo y de rodillas, encima de un espacio cubierto con arena gruesa. Debe tener los brazos extendidos hacia delante y las palmas de las manos hacia arriba. Encima de las manos se le colocan sus zapatos. Se le golpea en los pies y sobre todo cuando se le caen los zapatos.
Los detenidos son sometidos a sesiones de torturas durante varios días consecutivos. En la actualidad hay entre 30 y 40 de ellos con un estado físico preocupante tanto en la cárcel como en el hospital de Bata. Aunque sólo ha trascendido la muerte de una persona, Narciso Engonga Mbá, fuentes fiables indican que se habrían encargado cuatro ataúdes durante los meses de noviembre y diciembre últimos.
Por último, entre los detenidos en la cárcel de Bata están el teniente coronel Francisco Mbá Mendana, alias Efe Pulé, que ha sido sometido reiteradamente a sesiones de tortura y su estado físico es degradante, el teniente coronel Maximiliano Ovono Nguema y el comandante Carmelo Ntutum, por sólo citar unos casos.
Paradójicamente, algunos de los detenidos han sido en otras circunstancias acérrimos defensores de los maltratos físicos y vejaciones a los militantes y simpatizantes de la oposición. Sin embargo, LA VERDAD invita a todos los que en la actualidad siguen torturando y violando los derechos de los demás, a que tomen conciencia de que nadie está a salvo en un régimen dictatorial y que, consecuentemente, hagan de la defensa de los derechos humanos un artículo de fe, porque de esta manera todos los ciudadanos de este país podrían disfrutar plenamente de los derechos y libertades de un estado de derecho.